domingo, 30 de octubre de 2022

CAPÍTULO 17, CUÁNTOS SALMOS SE HAN DE CANTAR A DICHAS HORAS

 

CAPÍTULO 17

CUÁNTOS SALMOS SE HAN DE CANTAR A DICHAS HORAS

Ya hemos determinado cómo se ha de ordenar la salmodia para los nocturnos y laudes. Vamos a ocuparnos ahora de las otras horas. 2A la hora de prima se dirán tres salmos separadamente, esto es, no con un solo gloria, 3 y el himno de la misma hora después del verso «Dios mío, ven en mi auxilio». 4Acabados los tres salmos, se recita una lectura, el verso, Kyrie eleison y las fórmulas conclusivas. 5A tercia, sexta y nona se celebrará el oficio de la misma manera/es decir, el verso, los himnos propios de cada tres salmos, la lectura y el verso, Kyrie eleison y las fórmulas finales. 6 Si la comunidad es numerosa, los salmos se cantarán con antífonas; pero, si es reducida, seguidos. 7Mas la synaxis vespertina constará de cuatro salmos con antífona. 8 Después se recita una lectura; luego, el responsorio, el himno ambrosiano, el verso, el cántico evangélico, las preces litánicas y se concluye con la oración dominical. 9 Las completas comprenderán la recitación de tres salmos. Estos salmos han de decirse seguidos, sin antífona. 10Después del himno correspondiente a esta hora, una lectura, el verso, Kyrie eleison y se acaba con la bendición.

San Benito nos habla del ordenamiento de la salmodia en las otras horas del Oficio Divino: Vísperas, Competas y las Horas Menores, que entonces incluía también Prima, suprimida con la reforma del Concilio Vaticano II.

San Benito llama la atención aquí a otros aspectos comunes del Oficio Divino, como el Kyrie Eleison, la despedida y la bendición final, a los que habitualmente, quizás, no les prestamos tanta atención.

El verso del inicio: Deus in adiutorium meum intende, y la respuesta: Deus ad adiuvandum me festina, es el primer verso del salmo 69. Y durante siglos ha sido la introducción de cada hora del breviario. A la vez que se recitan o cantan se hace la señal de la Cruz. De esta manera, nos ponemos en presencia del Señor. La tradición dice que san Benito introdujo esta costumbre en el oficio monástico, y que san Gregorio la extendió a todas las iglesias romanas, Juan Casiano (Colaciones X, 10) por su parte, dice que desde los primeros tiempos del cristianismo los monjes utilizaron esta introducción, y, muy probablemente, fuera del Oficio, como una especie de jaculatoria.

Al poner esta súplica al comienzo de cada hora, la Iglesia implora la ayuda de Dios, sobre todo para evitar las distracciones, siguiendo el consejo de san Benito según la  Regla: “Creemos que Dios está presente en todas partes y que “los ojos del Señor en todo lugar contemplan los buenos y los malos”, pero esto, lo creemos, sobre todo sin duda alguna cuando estamos en el Oficio  Divino” (RB 19,1-2)  Una invocación al Señor para que esté con nosotros y nos ayude especialmente durante la plegaria, y nos ayude a orar, a servir al Señor con temor y a salmodiar con gusto. (Cf. RB 19,3-4)

El objetivo de la plegaria continua es el de santificar la jornada, ponernos en todo momento en presencia del Señor, y nada mejor para concienciarnos que orar e invocar su ayuda.

Santificar el día con nuestra plegaria, nuestro trabajo, con la lectura de la Palabra de Dios, no es tarea fácil. A menudo nos relajamos y llegamos a pensar que es suficiente que estar en la presencia del Señor no es algo necesario de modo permanente, sino en determinados momentos. Es humano relajarse, estar en la presencia del Señor no quiere decir estar en una tensión permanente, como nos hace ver de modo explícito el salmo 27: “Tú me hablas dentro del corazón”, “buscad mi presencia”, buscarla en lo que deseo, Señor” ( Sal 27,8)

Y para sentirnos en su presencia, a lo largo de la Regla nos ofrece diversos consejos. Por ejemplo, en el capítulo 19 sobre la actitud en la salmodia, o en el 20 sobre la reverencia en la plegaria, que concluyen los 12 capítulos dedicados al Oficio Divino, y que vienen a ser como un resumen del resto de la  Regla en lo que respecta a la presencia del Señor.

Escribe André Louf (La vida espiritual) que la plegaria cristiana no nace de una necesidad del hombre de dirigirse a Dios, sino del hecho de que Dios se ha dirigido al hombre mediante su Palabra, y éste preside toda su plegaria. Dios toma la iniciativa y espera que el hombre esté atento y acoja su gracia.

Cristianos y hebreos disponen de una escuela y de un método de plegaria que procede del espíritu de Dios, de una Palabra que es un reflejo de la intervención de Dios en la historia, en la Iglesia y en cada uno de nosotros.

Orar con el salterio no significa leerlo o recitarlo, sino que pide penetrar en su sentido, hacerlo nuestro, lo cual lo conseguimos haciéndolo nuestro. Pues, ¿qué sentido tiene recitar o cantar salmos sin sentimiento?

A menudo no somos muy conscientes de la riqueza que supone nuestra plegaria con los salmos, que viene a ser la misma que hacía Jesús cuando se retiraba a orar, y pasaba las noches orando. Por ello, es una pérdida infravalorar el Oficio Divino, no poner todos nuestros sentidos en esta plegaria; o me disipo permaneciendo mudo pensando en otras cosas, con la mirada perdida en el infinito, cuando me está interpelando el mismo Dios a través de los salmos.

Los salmos son para interiorizarlos, lo cual supone un esfuerzo por nuestra parte[J1] , que supone la repuesta de Dios que nos interpelas a través de su Palabra. Solamente si el salmo llega hasta el corazón nace en nosotros la verdadera plegaria.

La plegaria no es para el monje una obligación, es una necesidad vital. De la plegaria nace la plegaria personal en el día a día; ambas van unidas. Esto nos pide y exige alcanzar este clima para poder vivir y decir en verdad: “Bendecimos al Señor, demos gracias a Dios”, porque es entonces verdaderamente cuando lo hemos bendecido y por ello le damos gracias por habernos acompañado y encontrarlo en cada salmo. Y de este santificaremos el día, de lo contrario esta santificación quedará sin ser una realidad.                                                                                                                             

 

 

 


 [J1]

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