domingo, 12 de julio de 2020

CAPÍTULO 7, 49-50, SOBRE LA HUMILDAD


CAPÍTULO 7, 49-50
SOBRE LA HUMILDAD

El sexto grado de humildad es que el monje se sienta contento con todo lo que es más vil y abyecto y que se considere a sí mismo como un obrero malo e indigno para todo cuanto se le manda, 50diciéndose interiormente con el profeta: «Fui reducido a la nada sin saber por qué; he venido a ser como un jumento en tu presencia, pero yo siempre estaré contigo».

La clave de este capítulo está en la idea de “contentarse”.

No contentarse con lo que tenemos, con que Dios nos da, en definitiva, es fuente de problemas. En primer lugar, para nosotros mismos, y para los demás. San Benito, de hecho, a lo largo de la Regla nos dice que es bueno contentarnos con lo que tenemos, cuando hace referencia a múltiples aspectos de nuestra vida: la comida y bebida con medida, el orden de la comunidad, no defender a otros… Nos propone un equilibrio entre lo que podemos desear, pues desear no dejaremos nunca de hacerlo, y lo que podemos tener. Ciertamente, no es suficiente con decir que no podemos tener nada propio, o que debemos confiar en el abad o los decanos que es aceptar la voluntad de Dios, pero es preciso que la conversión de costumbres llegue al fondo del corazón.

San Benito ve claro que el origen del descontento viene a estar en como nos vemos, como nos consideramos. Si seguimos su consejo, si nos tenemos por indignos e inhábiles, entonces nos será más fácil percibir la gracia de Dios en cualquier aspecto que nos propongan.  Por el contrario, si llenos de orgullo, creemos que todos están obligados hacia nosotros, siempre nos parecerá que están en deuda con nosotros, que nos se nos reconoce nuestra valía, nuestras virtudes… San Benito nos viene a hablar en este capítulo de una actitud vital, de una manera de ser, de conformar nuestro carácter al siervo humilde que es Cristo.

Podríamos recoger pequeños detalles de la vida cotidiana que afectan a este grado de humildad. Pequeñas cosas, detalles, que viene a poner de relieve un trasfondo no tan pequeño. Por ejemplo, hace unos años un abad general comentaba que al servirnos la mesa alguno debía de recoger aquella porción de la bandeja que nos queda más cerca, o sea no coger la parte mejor para mí, y menos protestar si no me llega bien lo que yo quiero, pues eso no es contentarse con lo que hay. Parece una nadería, pero pone de relieve una actitud interior. Y a ciertas actitudes de estas corresponde una actitud de fondo de superioridad, de orgullo que no nos ayuda, y que incluso nos puede llevar al ridículo. O podríamos considerar el pensar mal de un hermano porque ha dejado la ventana abierta o una puerta cerrada con llave… por molestarme. Toda una serie de detalles que ponen de relieve el rechazo egoísta, al no contentarme con lo que hay.

Además, podríamos considerar otro elemento importante:  no hay un único pensamiento, una sola manera de hacer; una comunidad, y en esto está su riqueza y su dificultad en una vida comunitaria es que viene a ser diversa multipersonal.

Lo que nos debe interesar y preocupar es que lo fundamental nos una, y mirar de hacerlo lo mejor posible en beneficio de todos. Y esto es buscar a Dios, ser fieles al Oficio, al trabajo, olvidarnos de las palabras ociosas, no contristar a los hermanos… No somos perfectos sino perfectibles, de aquí el consejo de san Benito de considerarnos inhábiles e indignos. No en lo que no debemos contentarnos es en permanecer como estamos, sino desear progresar hacia Cristo, nuestro modelo. Ser cada día más fieles, fervientes, sin detenernos en el camino, que es propio de la vida monástica.

Este grado y toda la escala de la humildad la comenta san Bernardo que lo considera, en su defecto, como la arrogancia, así como el séptimo que considera como la presunción, y que no da el marco, origen y fuente del descontento
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Es algo que también comenta otro monje en otro sermón:

“Menosprecia tu vida a causa del Señor… Considérate pecador si quieres llegar a ser justo. Sé humilde en tu sabiduría, y no te vanaglories de tu saber. (Sentencias y relatos de los Padres, Juan Mosco, monje)

 No contristar a los hermanos, pide san Benito de manera explícita a los enfermos en relación con quienes les cuidan.

La idea, en principio, es válida para todos porque nace del descontento hacia nosotros mismos. Evidente, ha de haber diferencia, pero teniendo en cuenta siempre, al más débil, al que necesita más. No quiere resignarnos, sino gozar, agradecer lo que tenemos, no sentirnos satisfechos con lo que tenemos o nos falta… Una buena ocasión de reflexión la tenemos siempre en el libro de Job. Nos puede poner en un buen sendero en nuestra ruta hacia Cristo.

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