domingo, 5 de septiembre de 2021

CAPÍTULO 54 SI EL MONJE HA DE RECIBIR CARTAS O CUALQUIER OTRA COSA

 

CAPÍTULO 54

SI EL MONJE HA DE RECIBIR CARTAS

O CUALQUIER OTRA COSA

Al monje no le está permitido de ninguna manera recibir, ni de sus padres, ni de cualquier otra persona, ni de entre los monjes mismos, cartas, eulogias, ni otro obsequio cualquiera, sin autorización del abad. 2 Y ni aunque sean sus padres quienes le envían alguna cosa, se atreverá a recibirla sin haberlo puesto antes en conocimiento del abad. 'Pero, aun cuando disponga que se acepte, podrá el abad entregarla a quien desee. 3 No se contriste por ello el hermano a quien había sido dirigida, para no dejar resquicio el diablo. 4 Y el que se atreviere a proceder de otro modo, sea sometido a sanción de regla.

En los capítulos 33 y 34 de la Regla, san Benito trata de si los monjes han de tener algo propio, y que deben recibir todas las cosas necesarias para realizar las tareas encomendadas. En los capítulos 31 y 32, sobre el mayordomo y las herramientas del monasterio, habla del carácter comunitario de todo lo que posee la comunidad.

San Benito habla de la propiedad, como un vicio en el que unos hombres a quienes no les es lícito hacer lo que quieren, deben mirar de no caer. En este capítulo podríamos decir que hace referencia a las fuentes de financiación, a la manera como un monje puede obtener estos objetos para su uso personal, que no está autorizado a recibir. Sabe que la familia puede ser una fuente de suministración habitual, también los amigos del monje o de la casa. Los regalos, cartas, “eulogias” y pequeños obsequios de los que habla san Benito pueden venir espontáneamente, o porque se habían pedido. Sucede en ocasiones, la ofrenda con aquello de “dime lo que te falta y te lo traigo”, con toda la buena intención, pero no conveniente.

San Benito dice de no recibir ni siquiera “eulogias”, una palabra un tanto extraña. La palabra “eulogia” tiene un uso especial en relación a la vida monástica, ya que san Benito prohíbe recibir “cartas, “eulogias”, o cualquiera otro pequeño don”, sin permiso del  abad. Aquí la palabra “eulogia” se puede emplear en sentido original como “pan bendito”, era un pan bendecido habitualmente en las Vísperas de rito oriental. Ahora tiene un significado más amplio, y designar cualquier tipo de regalo.

Era costumbre en los monasterios distribuir en el refectorio, después de Misa, las “eulogias” o panes bendecidos en las Vísperas. San Benito quizás se refiere aquí, por extensión, a recibir comida de fuera por parte de los monjes. Entonces, para no acomodar la Regla a nuestra conveniencia nos indica de entregar lo recibido al abad, para que éste lo dé o lo destine a lo que crea mejor.

En lenguaje monástico, de hace unos años, estas “eulogias” y pequeños obsequios se llamaban de consolación, un término para justificar saltarse algo de lo que la Regla establece y considerarlo como una compensación justificada, se supone, por algunos servicios prestados haciendo acepción de personas.

San Benito también nos habla de no aceptar o dar cartas sin autorización del abad. Esto estuvo en vigor muchos años, una especie de censura que hoy nos parece fuera de lugar; era fruto de una especie de control del monje con el exterior. De hecho, la carta va perdiendo su uso, pero, en cambio, disponemos de los correos electrónicos.

Pocos monasterios disponen de conexión a internet desde las celdas; la mayoría disponen de unas salas con unos ordenadores comunes, que es necesario conectar a la red, o si es un trabajo personal se hace sin conexión a internet. Aquí se ha ido estableciendo de otra manera, pero esto no debe suponer una dependencia del exterior. Internet tiene muchas ventajas, pero también muchos peligros, por lo que también se han limitado las horas de conexión a la red, ya que, si san Benito habla en el capítulo 42 de la Regla del silencio nocturno, no se debe limitar a un silencio vocal, sino también virtual, pues este silencio es para propiciar el reposo y asimilar lo vivido en la jornada. Puede ser bueno acceder a internet en determinados momentos del día, y esto nos puede ayudar en nuestro trabajo, todo siempre con medida. Pues desmedida será utilizarlas con una finalidad ajena a nuestra vida.

Esta podría ser hoy, una lectura actualizada de la prevención de san Benito sobre que los monjes manden o reciban cartas; no se trata de aislarnos, sino de moderar la comunicación para no perturbar nuestra vida, y venir a sustituir la búsqueda de Cristo por la búsqueda de compensaciones humanas.

Escribe Aquinata Bockmann que estas medidas tienen por finalidad preservar la distancia con el mundo y que nos conviene estar atentos a que estas cosas no supongan una tentación, ya que el verdadero intercambio se ha de basar en el respeto y la paciencia mutuos, porque hemos elegido libremente un tipo de comunidad y un género de vida basado en la simplicidad.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario